Mientras pueda llorar de risa una vez al mes no me preocupa el resto. No sé que quiero, ni que me gusta, pero me gusta darme cuenta de a pocos. Soy dueña del perro más lindo del mundo. Ya encontré a mi alma gemela, sólo me falta la otra mitad. Y he llegado a la sabia conclusión de que la única necesidad real que tengo es la de un pedacito de jardín en donde patear pelota.
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