jueves, 9 de octubre de 2008

Corruptela aprista

Regreso después de un prolongado y flojísimo break del blog para comentar las últimas novedades de la corrupción aprista. Digamos que para un polítologo (o proyecto de) esto equivale al pucho después de almorzar, a ese mal necesario que odiamos pero sin el cual no sería lo mismo. Así que con una mezcla de alpinchismo, molestia, mediana sorpresa y entretenimiento, me dispongo a contar mis impresiones sobre el asunto este de los lotes petroleros.

Yo conozco a Alberto Quimper, es un gordo hijo de puta. No lo digo por su cagada lobbista, no; lo digo porque lo veo todos los fines de semana, y puedo asegurarles que es "en sí" un hijo de puta. Quimper va al hipódromo (donde yo trabajo) todos los fines de semana. Cuando entra a la sala donde chambeo su rutina es la siguiente: llega, conversa con un par de tíos, se sienta, jatea ipso facto, se despierta, pide almuerzo, putea a la pobre chica que se equivocó con su plato, se levanta, putea más a la pobre chica que se equivocó con su plato, se sienta, se golpea la cabeza contra la mesa mientras sigue puteando a la pobre chica que se equivocó con su plato, se voltea y raja en voz alta de la pobre chica que se equivoco con su plato; cuando finalmente la chica se va lloriqueando a la cocina el gordo hijo de puta se vuelve a dormir.

Quimper es el típico gordo huevón que sólo quiere hacer plata fácil, que no tiene ningún respeto por nadie que no tenga plata para darle y que le encanta chambear lo menos posible. Tengo una amiga que trabaja en Perupetro, dice que en su vida nadie ha visto a Quimper bajar por ahí.

Obviamente no me sorprende que Quimper este envuelto en un escándalo de este tipo. Me sorprende, sí, que alguien a quien le tenía que ver el cacharro todas las semanas haya terminado siendo una figura tan pública. Tampoco me sorprende el escándalo mismo. Me parece asqueroso que gente así esté metida tan arriba en el gobierno, me llega la pincho la corrupción y la profesionalidad con que los apristas la desarrollan, pero, para serles honesta, no me genera nada más allá de eso todo este escándalo. No entiendo porque tanta gente que está metida desde hace mil años en política se raja las vestiduras porque en el Perú (y en todas partes) se usen "influencias" para conseguir llevar a cabo ciertas inversiones rápido. Francamente me parece normal (no bueno) que llamen a la perra de Del Castillo o a Alan o a quién sea para conseguir sus benditos lotes; me parece normal que se salten o "apuren" los términos del concurso; me parece normal que cobren por ello.

No me malentiendan, no estoy defendiendo la corrupción, sólo estoy cuestionando a los que se vieron sorprendidos por ella. Según mi percepción de los concursos públicos (y no sólo percepción, sino comentarios de empresarios o personas relacionadas a estos procesos) por lo menos el 50% están arreglados, si no de manera tan descarada como ésta, si en una medida u otra. Y si yo estoy conciente de eso, pues asumo que gente más versada en el tema, como periodistas y políticos, deberían estar acostumbrados.

Creo que una reacción más sincera de la noticia hubiese sido un "ya ven.." antes que un "a que no saben con lo que me encontré".

Ojalá el sistema judicial peruano demuestre que aun puede funcionar de vez en cuando y deje a Quimper metido en cana por unos añitos al menos, a ver si por Octubre el Señor del Turrón se hace una.

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